¿Ha llegado el fin del E-mail?

 ¿Te ha pasado? Abres tu buzón de correo y está lleno de basura. Es más, ¿hace cuánto que no abrías tu buzón? ¿Qué has hecho en todo ese tiempo? ¿Cómo te has mantenido al corriente de tus pendientes? ¿Será algo generacional? No lo creo. Si eres como yo, cada vez usas más el chat (mensajería instantánea) para conversaciones de trabajo.

Algo que parece ser una tendencia inescapable en nuestra forma de trabajar es: dejar de enviar correos electrónicos y reemplazarlos por mensajes instantáneos. El correo electrónico se está convirtiendo en un simple almacén.

Checa tu chat



No importa la aplicación: WhatsApp, Telegram, Facebook Messenger, Slack, Teams, etc., cada vez decimos más a través de esas plataformas y decimos menos a través del correo electrónico. Tienes chats grupales, chats con clientes y proveedores ychats con colegas. A veces usas diferentes aplicaciones con diferentes personas, porque hay quien sólo te contesta por WhatsApp y quien sólo te contesta por Facebook, por ejemplo.

¿Cuándo fue la última vez que te tomaste tiempo para redactar un mensaje apropiado y enviarlo por correo electrónico?

En su favor, podríamos decir que las aplicaciones de mensajería instantánea tienen inmediatez. Envías el mensaje y te responden en ese instante. ¿Y si te dejan en visto? Siempre. Puedes. Enviar. Mil. Mensajes. Chiquitos. Para. Que. Esté. Sonando. Y. Sonando. El. Celular. de. tu. Interlocutor. Hasta. Que. Conteste. O ni tan chiquitos. Puedes enviar un párrafo entero y luego frases sueltas que no tengan sentido a menos que lean todo. ¡Respuesta garantizada!

En su contra, también se encuentra la inmediatez. El mensaje te llega a mitad de una junta, a la hora de la comida, cuando vas manejando, en clase, en tu sesión de yoga, en el cine o mientras te estás bañando (y te das cuenta porque el volumen de tu música disminuye un par de segundos). No hay manera de ignorarlo. Si no tenías un trastorno obsesivo-compulsivo, la mensajería instantánea te lo genera, o te lo refuerza si ya existía. No puedes tener notificación de mensajes sin revisar.

Si decides ignorar los mensajes para no estar esclavizado a tu celular, también es fácil que se te olvide contestarlos. Los respondes en tu mente, y hasta les das una redacción perfecta totalmente acorde con la emoción que quieres transmitir. Y luego ¡se te olvida escribirlo! Y más adelante te preguntas ¿porqué no tuvo éxito esa negociación?

Peor todavía es, cuando sacrificas la ortografía para contestar de inmediato. ¿Qué importa? Son mensajes efímeros. Lo importante es que la otra persona se sienta atendida por tí. Siempre le puedes echar la culpa al autocorrector, o a la ausencia de éste, o a tus dedotes, o a tus deditos. Nadie va a pensar que tu respuesta es descuidada y no te importó decir lo que dijiste porque, contestaste a tiempo ¿verdad?




También se encuentran las interacciones sociales que reflejan un mundo que no existe, y que quizá nunca ha existido. Empiezas con la cortesía perfecta. El saludo educado y el preguntar ¿cómo estás? Esperar hasta que te respondan. Continuar la conversación como si no hubieras pasado dos horas esperando. Intercambiar oraciones en el mejor estilo de ping-pong. Excepto que, a veces la realidad se impone y en tus ansias de ponerte a hacer otra cosa de repente la conversación se pone brusca y vas al grano. Y te contestan. Y se acabó. Sin siquiera despedirte.

O al revés. Están los que se despiden eternamente. Los que tienen que tener la última palabra. Cuando les dices "gracias", te contestán "a tí". A lo que sigue un "no, de ninguna manera", y luego un "en absoluto". Y te sientes obligado a seguir ese intercambio de flores gramaticales hasta que alguno de los dos se cansa y permite que el otro tenga la última palabra, media hora después.

¿Es tan malo que estemos cayendo en esto?

La verdad es que hay conversaciones por correo electrónico que parecen intercambio de chats. No tiene mucho sentido enviar un correo sólo para decir "entendido, gracias". Hay muchas ocasiones en que el chat es mejor.

El problema es, que el chat es efímero y no-estructurado. Los mensajes desaparecen. ¿Has tenido necesidad de buscar un e-mail de hace un año? ¿Podrías hacer lo mismo con un chat? ¿Podrías encontrar todas las conversaciones que tuviste conmigo sobre el tema X ó Y, sin mostrar los memes, los chismes de oficina, o los stickers de conejitos? Se vuelve una tarea titánica, y no dan ganas de hacerlo.

Todo esto hace que no le demos importancia a los mensajes instantáneos. Es como si inconscientemente dijéramos "si es importante, me lo dirá por mail". Pero ¿qué pasa si últimamente ya no volvemos a mencionar por e-mail el tema que tocamos por chat? ¿Qué pasa si confiamos totalmente en el chat y nunca respaldamos esas conversaciones por otros medios?

La mensajería instantánea es una herramienta útil, pero no puede ser pretexto para ser desordenados.

Una decisión tomada en una conversación por chat debe registrarse fuera de línea. Igual que lo harías después de una llamada telefónica. Un correo electrónico adecuadamente redactado cumpliría dicha función. Además, en el mundo pre-pandémico teníamos juntas presenciales y tomábamos notas. ¿Porqué dejar de hacerlo en nuestras juntas por videoconferencia o, en este caso, después de una conversación por chat?

Al terminar una conversación de mensajería instantánea, puedes anotar las ideas centrales en una libreta de notas. Puede ser una libreta electrónica. Los compromisos se pueden anotar en tu lista de "tareas pendientes", con fecha y responsable. ¡No dependas del chat para guardar todo!




Algo parecido debiste haber hecho con tu buzón de correo electrónico: tu buzón no es la lista de tus asuntos pendientes. En todo caso, es la lista de asuntos pendientes de todos los que te escribieron. Si aún no lo has hecho, aprende a lograr que tu lista de pendientes sea independiente de tu buzón (y tus chats).

Atrévete a tomar las riendas de esta nueva herramienta, así como lograste dominar todas las anteriores. ¡No dejes que el chat se convierta en un estorbo para tu trabajo!