En Mavixel nos apasiona la tecnología y la forma como puede apoyar a las organizaciones. En este blog tratamos de difundir ideas y consideraciones de actualidad relacionadas con el uso de las tecnologías de la información. ¡Visita nuestra página Web y conoce nuestras opciones de capacitación!
El Lenguaje del Director
Entre los ingenieros que trabajamos con Tecnologías de Información y Comunicaciones, una broma común es que no hablamos ni español ni inglés: hablamos lenguaje técnico.
La tecnología a veces es tan abstracta y evoluciona tan rápido que no se facilita que los términos y conceptos que usamos los ingenieros se permeen a la vida cotidiana.
Por ejemplo, cuando tu esposa te pregunta: "¿cómo te fue en la oficina?", ¿cómo le explicas que pasaste varias horas tratando de hacer funcionar el proceso de autentificación en un servidor RADIUS, el cual fallaba porque en ningún lugar de la documentación se mencionaba el uso de la función hash S-MD5 con una cadena pseudoaleatoria actuando como "salt"? "¡Bien! ¡Me fue bien!", le contestas, ante la imposibilidad de explicarle cada uno de los conceptos.
Es así, que nos acostumbramos entre ingenieros a usar neologismos ("chécate el servidor de web"), distorsionar el significado de las palabras ("la red se alentó") y usar de plano mal las reglas gramaticales ("no puedo accesar al poleador de monitoreo"). Lo peor es cuando dichas costumbres se vuelven hábitos de pensamiento y ni siquiera nos damos cuenta que caemos en ellos.
¿Y porqué sería malo tener nuestro propio "dialecto" para hablar entre ingenieros?
Si sólo fueras a hablar con ingenieros del mismo ramo, de la misma región geográfica y que hablen el mismo idioma que tú, es decir, gente que comparta tu mismo contexto, esto no sería ningún problema. De la misma manera, que no habrían problemas de comunicación entre gentes que pudiéramos leernos mutamente la mente. Por supuesto, el problema aparece cuando deseas hablar con otro tipo de personas, y se vuelve un obstáculo importante si lo que deseas es trascender.
Si entre tus metas se encuentra desempeñarte como Director de Tecnologías de Información y Comunicaciones, no puedes seguir usando siempre el mismo lenguaje que usabas para hablar con otros ingenieros.
El Director de TIC no sólamente es responsable de establecer el rumbo tecnológico de la organización, sino que además tiene que comunicarlo al resto de la misma.
El Director de TIC no sólo habla con los ingenieros de su área, también tiene que poder entusiasmar con sus proyectos al Director General (quien no tiene necesariamente una formación tecnológica). Le conviene que otros directivos entiendan sus metas y lo apoyen y en definitiva, su mensaje tiene que poder llegar en forma comprensible hasta el último de los "usuarios" de la organización.
La buena comunicación es entonces imprescindible para que el Director de TIC proyecte visiones tecnológicas, consiga patrocinios entre la Alta Dirección, comunique objetivos a su equipo de trabajo, prometa beneficios sin generar falsas expectativas entre los usuarios y logre de esta manera que las TIC apoyen la misión de la organización.
El uso del lenguaje apropiado, en función de la audiencia a la que va dirigido el mensaje es una de las competencias más valiosas que puede desarrollar un Director de TIC.
El Director de TIC se encuentra en la curiosa posición de actuar como intérprete y traductor entre distintas audiencias pertenecientes a diferentes áreas de la organización.
Por ejemplo: al Contralor le explicará cuánto se va a ahorrar la empresa con esta nueva tecnología, al Director General le hará ver la ventaja competitiva que traerá esta plataforma a la empresa, al Director Comercial le venderá la idea del incremento en la productividad de sus empleados, y al ingeniero de soporte técnico ¡le recordará que no se le olvide configurar S-MD5 con cadenas pseudoaleatorias "salt"! (aunque a su esposa tal vez le seguirá diciendo simplemente que le "fué bien en la oficina").
Por lo tanto, si entre tus metas se encuentra ascender dentro de la organización, debes desarrollar la capacidad de expresarte correctamente así como de entender a gente de muy diferentes contextos.
Hacerte el hábito de leer libros no técnicos, aprender un idioma extranjero, convivir con gente muy diferente a tí, son técnicas que pueden ayudarte a desarrollar esta competencia. ¡Y no descuides la gramática y la ortografía!
Empieza hoy y ¡atrévete a desarrollar tus competencias para el mañana!
BYOD: ¿Puedo traer mi tablet a la oficina?
La problemática era clara: la conexión a Internet de la oficina estaba saturada y las máquinas de escritorio que te prestaba el Departamento de Informática para tu junta mensual de ventas eran obsoletas. Ante esto, no quedaba mas que soportar el deficiente desempeño de la infraestructura de tu empresa, así como el que las juntas se prolongaran hasta la noche por causa de la lentitud para acceder a información ubicada en servidores externos.
No parecía haber solución, hasta que un compañero te dijo: "¿porqué no te compras un iPad con conexión a Internet por celular y te olvidas de usar las máquinas de la sala de juntas?".
Así lo hiciste y funcionó muy bien. Se puso mejor cuando descubriste un servicio (¡gratuito!) en Internet que te permitía hacer el seguimiento diario de tus clientes y consolidar tus reportes de ventas de fin de mes, todo a través de una página web que lo único que necesitaba de tu parte era un "browser" (p. ejm. el Explorador de Internet, Firefox, Chrome, el explorador que viene en tu smartphone, etc.). Te suscribiste sin pensártelo mucho.
A través de un servicio de almacenamiento de archivos (¡gratuito!) empezaste a compartir documentos en tiempo real con toda tu fuerza de ventas. Otro servicio de colaboración (¡gratuito!) habilitó a tus vendedores para editar simultánemente un mismo documento, no importando dónde se encontraran ellos. Ahora era más fácil y rápido hacer cotizaciones, basándose tus vendedores en machotes (formatos) que tú mismo compartiste a través del servicio de colaboración.
El servicio de chat de otro proveedor te permitió estar en contacto instantáneo con tus vendedores, para aquellos mensajes que deben ser contestados de inmediato. Y para las juntas, un proveedor de servicios de videoconferencia te dió conexión multiusuarios con buena calidad de audio (la calidad del video no era tan buena pero eso realmente no te importaba), con lo que dejaste de convocar a tus vendedores todos los fines de mes en aquella abarrotada oficina. ¿Mencioné que los últimos dos servicios también eran gratuitos?
Así como tú, miles de usuarios están descubriendo los beneficios de flexibilidad, movilidad y productividad de Cloud Computing. Y lo están haciendo con sus propias herramientas de hardware.
¿Cuáles son los riesgos?
La tendencia a que los usuarios traigan a la oficina sus propias herramientas de trabajo ha cobrado tal fuerza que hasta un nombre ha recibido: Bring Your Own Device( BYOD).
Lo que este término engloba es el interés de cierto tipo de usuarios en utilizar los más novedosos "gadgets" tales como smartphones o tablet-pc's para acceder a su información dentro y fuera de los lugares habituales de trabajo.
Lo que este término engloba es el interés de cierto tipo de usuarios en utilizar los más novedosos "gadgets" tales como smartphones o tablet-pc's para acceder a su información dentro y fuera de los lugares habituales de trabajo.
Es así que presenciamos cómo, empezando por los usuarios con más necesidades de movilidad y seguidos por los directivos más afines a la tecnología, algunas personas deciden hacer a un lado las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC) suministradas por la organización y, sin pedir ayuda, autorización o tan siquiera avisar a nadie se compran su Tablet (p. ejm. un iPad), se suscriben a servicios de "Cloud Computing" y empiezan a gozar de los beneficios que estas plataformas ofrecen.
Por su naturaleza, se trata de usuarios con alto poder adquisitivo, que no necesitan esperarse a que la organización les brinde las herramientas de trabajo que necesitan. Incluso puede ser que tengan acceso a mejores herramientas que las que la organización podría adquirir.
¿Conviene traer a la oficina dispositivos diseñados para el mercado de consumo masivo?
¿Realmente podrán soportar el ritmo de trabajo tan intenso que se les exige? ¿Qué hay de la garantía y soporte? ¿Qué hay de la compatibilidad con las aplicaciones de la empresa?
Y más importante quizás, ¿qué se puede decir acerca de la seguridad de la información en los dispositivos y en los servicios a los que acceden?
En cuanto a que puedan haber sido diseñados para el mercado masivo y no soportar un ritmo de trabajo intenso, esta no es una gran objeción. Muchas laptops y pc's de escritorio diseñadas para el mercado masivo son adecuadas para un trabajo de oficina cotidiano. En el caso extremo, existen computadoras optimizadas para la experiencia de jugar videojuegos, cuyo rendimiento es muy superior al de otras máquinas.
Quizá todavía no tengamos muchos puntos de comparación entre las Tablets y los Smartphones que se usan en la oficina vs. los que se usan en la casa, pero incluso el entretenimiento puede demandar una carga de trabajo intensa, por lo que el trabajo de oficina no debería ser demasiado problema. Eso si, ¿te imaginas tomando notas en una junta a la velocidad con la que escribes en tu teléfono celular?
Lo que sí puede ser una desventaja son las condiciones de garantía y soporte para los gadgets, dado que se adquieren de uno en uno a diferentes fabricantes, mientras que típicamente una empresa buscaría hacer compras de alto volumen con un solo proveedor para poder negociar un mejor precio y mejores condiciones de soporte técnico. Si bien tu empresa podría reemplazarte la laptop mientras la mandan a reparar, en caso de que tu smartphone falle probablemente tu única opción sea comprarte otro teléfono de inmediato.
En cuanto a la compatibilidad con las aplicaciones de la empresa, un Departamento de TIC podría validar la compatibilidad con los smartphones o tablets más populares, pero la enorme diversidad de dispositivos vuelve rápidamente imposible validar todas las combinaciones de aplicaciones y gadgets. Podrías encontrarte, por ejemplo, que la aplicación que le costó USD$20,000 a tu empresa simplemente no se visualiza bien en la pantalla de tu smartphone. Y no hay nada que hacer al respecto, salvo comprarte otro teléfono celular y volver a intentar.
En esencia, si traes tu tablet/smartphone a la oficina estarás sólo contra el mundo (aunque puede ser que esto no te preocupe).
¿Y qué pasa con la seguridad de tu información?
El día de ayer era molesto y costoso extraviar el celular. El día de hoy puede ser grave. Todo depende de la información que tengas almacenada en él.
Con capacidades de almacenamiento de decenas de Gigabytes en tu celular oTablet, ¿realmente sabes tódo lo que llevas en tu bolsillo?
Otro punto débil podrían ser los servicios de "Cloud Computing" a los que hayas autorizado a tu dispositivo a conectarse sin pedir un password cada vez que ejecutes la aplicación correspondiente.
Por ejemplo: es muy agradable poder ingresar a Facebook sin estar tecleando tu usuario y password en la minúscula pantalla de tu celular cada vez que tienes ganas de usar ese servicio, pero eso significa que cualquiera que tenga acceso físico a tu celular también tendrá acceso a tu cuenta de Facebook. ¿Te imaginas si en lugar de Facebook se tratara de algún servicio en donde tuvieras información confidencial de tu organización?
¿Y qué decir de la posibilidad de que sea el mismísimo proveedor de servicios de Cloud Computing o uno de sus empleados quien se ponga a fisgonear en tus archivos, mensajes o bases de datos? Si crees que esto no es muy factible, Google ya hace precisamente esto con la finalidad de dirigir más eficientemente su publicidad hacia tí. Hay que decir que su política de privacidad especifica porqué lo hacen y aclara que ningún ser humano tiene acceso directo a tu información. Claro que si eres paranóico estarás pensando en el episodio de hacking que sufrió Google durante el cual les fue robado código fuente (¿de qué? nunca se supo con detalle) que permitiría encontrar vulnerabilidades y exponer información contenida en los servidores que utilicen ese código.
Con todo esto, quien esto escribe no pretende afirmar que Cloud Computing y "Trae tu Tablet a la Oficina" (BYOD) no puedan utilizarse en una organización. Como muchas cosas en la vida, la decisión dependerá de la correcta evaluación de múltiples factores: costo, beneficio y riesgo (entre otros).
Quizá lo que complica tanto las cosas es la relativa facilidad con la que pueden adquirirse dichos dispositivos, instalar aplicaciones en ellos así como lo sencillo que es suscribirse a servicios de Cloud Computing ofrecidos en Internet por proveedores sin mucha reputación.
Es ahí donde la Dirección de TIC de una organización puede jugar un papel crítico, emitiendo evaluaciones de, dispositivos , proveedores y servicios, y orientando a sus usuarios hacia aquellos que ofrezcan las condiciones más serias, dentro del nivel de riesgo aceptable para la organización.
Cloud Computing ha llegado para quedarse. Lo mismo puede decirse de los smartphones y tablets. Nuestra mejor decisión no es si usamos o no estas tecnologías, sino en cuáles proveedores confiamos.
¿Innovar o Improvisar?
"¿Innovar o Improvisar?
por M. González
La industria de TIC se continúa desarrollando vertiginosamente. Nuevas tecnologías aparecen todos los días, sin darnos tiempo a veces de prepararnos adecuadamente para introducir en nuestra empresa aquellas que nos convienen.
Para complicar más las cosas, los usuarios finales han descubierto que pueden usar tecnologías no aprobadas por la Dirección de TIC para hacer su trabajo ¡y las usan!
Ante esta carrera sin fin, debemos tener cuidado de no confundir “Innovación Tecnológica” con “improvisación”.
Según el diccionario “improvisar” significa “hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”, y ¡eso es muchas veces lo que hacemos cuando introducimos nuevas tecnologías! No debería entonces sorprendernos la enorme cantidad de proyectos informáticos que fracasan.
Peor aún es cuando la improvisación se vuelve una costumbre dentro de la cultura informática de la empresa y se convierte en un vicio. Por ejemplo: darle al personal herramientas informáticas deficientes y confiar en que “de alguna manera” tendrán que hacer su trabajo, pretender cubrir con horas hombre la falta de tecnologías para ejecutar procesos que se pueden automatizar, o fijarse sólo en el precio y no en la efectividad de las herramientas a la hora de adquirirlas.
Estos vicios llegan a ser tan fuertes que pueden incluso hacer que para el usuario común la tecnología se vuelva un “estorbo para hacer el trabajo”.
El entorno social también puede inadvertidamente impulsar una “Cultura de la Improvisación” en la empresa. Cuando en el entorno familiar las carencias económicas propician la improvisación es muy difícil abandonar esa forma de pensar en el trabajo.
Desgraciadamente la cultura de la improvisación tampoco ayuda a disponer de un mayor presupuesto de TIC porque, “¿para qué gastar en algo que nuestros ingenieros o usuarios podrían resolver (improvisando) si no fueran tan flojos?”. Y si además existe el precedente de que los gastos en TIC se han manejado en forma corrupta en ocasiones anteriores (la cultura del ilícito o del derroche), podemos imaginarnos lo difícil que será salir de este círculo vicioso y convencer a la Alta Dirección de liberar los recursos adecuados para apoyar tecnológicamente a la empresa.
Es por razones como estas que debemos abandonar el valor exagerado que a veces le damos a la improvisación en nuestro trabajo con las TIC.
Pero, ¿cómo reconocer la improvisación cuando se presente? Y aún más, ¿cómo seguir posibilitando la innovación sin asfixiarla bajo formatos, autorizaciones, planes y juntas?
Para empezar, la improvisación se reconoce porque no es repetible. En sí misma no es mala cuando sus alcances son limitados, pero puede ser terrible si afecta a una gran población de usuarios.
Por ejemplo: el truco que usaste para sincronizar tu correo del servidor con tu laptop al mismo tiempo que con tu celular es improvisación, porque cada usuario tendrá un teléfono con sistema operativo (y versión) diferente y la forma de configurarlo será distinta en cada caso. El error sería pretender que en el Departamento de TIC siempre podremos desarrollar trucos similares en el 100% de los casos cuando se presente un usuario con esa necesidad, y por lo tanto no prepararnos.
Siguiendo con el ejemplo, si una funcionalidad así fuera algo deseable para la empresa, deberíamos entonces reconocerlo, incorporar esa tecnología a nuestra visión tecnológica, desarrollar una estrategia para probar y validar métodos de configuración así como definir tipos de teléfonos que serán soportados, documentar los procesos de configuración, capacitar usuarios “predicadores” y capacitar a la mesa de ayuda (Helpdesk) para resolver problemas en las plataformas soportadas. En suma: ¡ser metódicos!
¿Suena laborioso? Lo es. Definitivamente es mas fácil ser improvisados.
En el ejemplo mencionado, podría incluso ser necesario comprar algunos equipos “prototipo” para probar todos los procedimientos en una “maqueta de laboratorio”, lo cual podría ser visto como un derroche por la Alta Dirección si no hubiéramos hecho un buen trabajo de incorporar esta capacidad tecnológica dentro de la visión tecnológica de la empresa (alineación estratégica).
La diferencia entre la improvisación y la innovación tecnológica es que esta última debe ser repetible, optimizable y al poder ofrecer resultados medibles debe poder incorporarse a la visión tecnológica de la empresa.
Ahora bien, ¿cómo se nos ocurrió en primer lugar experimentar con esa funcionalidad que después se convertiría en innovación tecnológica? Hay muchas explicaciones posibles, y tal vez todo fue resultado de un usuario que ¡improvisó! (Serendipity).
La improvisación entonces tiene su lugar, pero no debe ser la forma primordial de hacer las cosas. Sus alcances deben ser limitados y debemos ser capaces de reconocer las ideas buenas, provengan de donde provengan, pero dándole al personal las herramientas de TIC correctas y adecuadas para realizar su trabajo.
La improvisación puede ser la chispa que prenda la mecha de la innovación tecnológica, no hay que detenerla, pero tampoco hay que darle un valor exagerado en nuestra organización.
por M. González
La industria de TIC se continúa desarrollando vertiginosamente. Nuevas tecnologías aparecen todos los días, sin darnos tiempo a veces de prepararnos adecuadamente para introducir en nuestra empresa aquellas que nos convienen.
Para complicar más las cosas, los usuarios finales han descubierto que pueden usar tecnologías no aprobadas por la Dirección de TIC para hacer su trabajo ¡y las usan!
Ante esta carrera sin fin, debemos tener cuidado de no confundir “Innovación Tecnológica” con “improvisación”.
Según el diccionario “improvisar” significa “hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”, y ¡eso es muchas veces lo que hacemos cuando introducimos nuevas tecnologías! No debería entonces sorprendernos la enorme cantidad de proyectos informáticos que fracasan.
Peor aún es cuando la improvisación se vuelve una costumbre dentro de la cultura informática de la empresa y se convierte en un vicio. Por ejemplo: darle al personal herramientas informáticas deficientes y confiar en que “de alguna manera” tendrán que hacer su trabajo, pretender cubrir con horas hombre la falta de tecnologías para ejecutar procesos que se pueden automatizar, o fijarse sólo en el precio y no en la efectividad de las herramientas a la hora de adquirirlas.
Estos vicios llegan a ser tan fuertes que pueden incluso hacer que para el usuario común la tecnología se vuelva un “estorbo para hacer el trabajo”.
El entorno social también puede inadvertidamente impulsar una “Cultura de la Improvisación” en la empresa. Cuando en el entorno familiar las carencias económicas propician la improvisación es muy difícil abandonar esa forma de pensar en el trabajo.
Desgraciadamente la cultura de la improvisación tampoco ayuda a disponer de un mayor presupuesto de TIC porque, “¿para qué gastar en algo que nuestros ingenieros o usuarios podrían resolver (improvisando) si no fueran tan flojos?”. Y si además existe el precedente de que los gastos en TIC se han manejado en forma corrupta en ocasiones anteriores (la cultura del ilícito o del derroche), podemos imaginarnos lo difícil que será salir de este círculo vicioso y convencer a la Alta Dirección de liberar los recursos adecuados para apoyar tecnológicamente a la empresa.
Es por razones como estas que debemos abandonar el valor exagerado que a veces le damos a la improvisación en nuestro trabajo con las TIC.
Pero, ¿cómo reconocer la improvisación cuando se presente? Y aún más, ¿cómo seguir posibilitando la innovación sin asfixiarla bajo formatos, autorizaciones, planes y juntas?
Para empezar, la improvisación se reconoce porque no es repetible. En sí misma no es mala cuando sus alcances son limitados, pero puede ser terrible si afecta a una gran población de usuarios.
Por ejemplo: el truco que usaste para sincronizar tu correo del servidor con tu laptop al mismo tiempo que con tu celular es improvisación, porque cada usuario tendrá un teléfono con sistema operativo (y versión) diferente y la forma de configurarlo será distinta en cada caso. El error sería pretender que en el Departamento de TIC siempre podremos desarrollar trucos similares en el 100% de los casos cuando se presente un usuario con esa necesidad, y por lo tanto no prepararnos.
Siguiendo con el ejemplo, si una funcionalidad así fuera algo deseable para la empresa, deberíamos entonces reconocerlo, incorporar esa tecnología a nuestra visión tecnológica, desarrollar una estrategia para probar y validar métodos de configuración así como definir tipos de teléfonos que serán soportados, documentar los procesos de configuración, capacitar usuarios “predicadores” y capacitar a la mesa de ayuda (Helpdesk) para resolver problemas en las plataformas soportadas. En suma: ¡ser metódicos!
¿Suena laborioso? Lo es. Definitivamente es mas fácil ser improvisados.
En el ejemplo mencionado, podría incluso ser necesario comprar algunos equipos “prototipo” para probar todos los procedimientos en una “maqueta de laboratorio”, lo cual podría ser visto como un derroche por la Alta Dirección si no hubiéramos hecho un buen trabajo de incorporar esta capacidad tecnológica dentro de la visión tecnológica de la empresa (alineación estratégica).
La diferencia entre la improvisación y la innovación tecnológica es que esta última debe ser repetible, optimizable y al poder ofrecer resultados medibles debe poder incorporarse a la visión tecnológica de la empresa.
Ahora bien, ¿cómo se nos ocurrió en primer lugar experimentar con esa funcionalidad que después se convertiría en innovación tecnológica? Hay muchas explicaciones posibles, y tal vez todo fue resultado de un usuario que ¡improvisó! (Serendipity).
La improvisación entonces tiene su lugar, pero no debe ser la forma primordial de hacer las cosas. Sus alcances deben ser limitados y debemos ser capaces de reconocer las ideas buenas, provengan de donde provengan, pero dándole al personal las herramientas de TIC correctas y adecuadas para realizar su trabajo.
La improvisación puede ser la chispa que prenda la mecha de la innovación tecnológica, no hay que detenerla, pero tampoco hay que darle un valor exagerado en nuestra organización.
Habilidades vs. Competencias en tu Currículum
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El Director de Informática como Agente del Cambio
"El Director
de Informática como agente del cambio"
por A. Cota y M. González
por A. Cota y M. González
En la mayoría de las organizaciones el Director de
Informática o Director de Sistemas está singularmente
ubicado para jugar un papel importante en el cambio institucional
y detonar la productividad de su organización. Pero
esto último sólo sucederá si además
de conocer la tecnología, el Director de Sistemas sabe
alinearla con las necesidades de negocio y justificar su adopción
dentro de la organización.
Las tecnologías de información y comunicaciones
(TIC) se han desarrollado a un ritmo vertiginoso lo que puede
significar que en ocasiones los usuarios desconozcan todo
lo que ellas ofrecen, así como que las tecnologías
parezcan ofrecer más de lo que verdaderamente es realizable.
Es aquí donde interviene el Director de Sistemas.
Podríamos, quizá, hablar de la existencia de una tendencia
en la transformación del puesto de "Chief Information
Officer" hacia el puesto de "Chief Innovation Officer"
o cómo la Innovación Tecnológica juega
un papel cada vez más importante en el apoyo que las
TIC pueden dar a la organización para lograr un incremento
de la competitividad.
Es bien sabido que existe una curva de adopción de
tecnologías en las organizaciones representada por
el volumen o la cantidad de empresas que adopta una determinada
tecnología con respecto al paso del tiempo. En sus
inicios, cuando las tecnologías son jóvenes
y desconocidas, sólo los muy aventureros se atreven
a implantarlas y algunas veces pagan el precio de estar en
el "bleeding-edge" o "frente sangriento"
a través de costos ocultos de aprendizaje, errores
humanos y carencia de soporte.
No es sino hasta que el uso de las tecnologías adquiere
una "masa crítica", que el grueso de las
organizaciones decide incorporarlas a sus procesos productivos.
Finalmente, también existen las organizaciones que
se resisten al cambio y que sólo incorporan una tecnología
cuando ha sido probada hasta la saciedad y sale más
barato usarla que no hacerlo (por ejemplo, ¿qué
tienda rechazaría el uso de una caja registradora el
día de hoy? o ¿qué departamento de contabilidad
rechazaría el uso de una hoja de cálculo para
hacer su trabajo?).
El reto para el Director de Informática es: seleccionar
la tecnología más apropiada para el esquema
de negocio de su organización, saber determinar el
momento preciso para su introducción, vencer el rechazo
que esta tendrá en los usuarios, y ser capaz de cuantificar
en forma verificable los beneficios que la nueva tecnología
ofrece.
Ejemplos de las preguntas que podría hacerse un Director
de Sistemas son:
- ¿Debo permitir el uso de Mensajería Instantánea externa en mi red o debo instalar mi propio sistema de Mensajería Instantánea?
- ¿Debo instalar videoconferencia hasta el escritorio de los usuarios?
- ¿Debo implantar una infraestructura de encripción y control de acceso para los documentos sensibles?
- ¿Debo mejorar mi sistema de respaldos?
Pero quizá las preguntas más difíciles
de contestar son:
- ¿Cuánto me beneficia económica y productivamente hacerlo o no hacerlo?
- ¿Cuánto me arriesga o me perjudica?
- ¿Cómo puedo medir los costos y los beneficios en forma verificable?
Para complicar más las cosas, hacer Innovación
Tecnológica significa que el Director de Sistemas está
tratando de implantar una tecnología que poca gente
o nadie en la organización conoce, y mucho menos aprecia
sus beneficios.
Y no debemos descuidar que sin una adecuada alineación
de Tecnología y Negocio la inversión se convertirá
en un costo improductivo, provocando aún mas rechazo
para la adopción de futuros cambios tecnológicos.
Quizá uno de los mayores problemas es precisamente
cuantificar los beneficios de las TIC. Por ejemplo: sabemos
cuánto cuesta operar o subcontratar los servicios de
correo corporativo (con nombre de dominio propio), pero ¿cuánto
le sirve a la organización tener un sistema de correo
electrónico propio?
El Director de Informática debe, por lo tanto desarrollar
metodologías y criterios para la evaluación
de tecnología así como para su introducción
en la organización y todo esto además de conocer
la tecnología y ser un experto en su negocio.
En el lado positivo, el Director de Informática tiene
la gran oportunidad de convertirse en agente del cambio y
facilitar que su organización se distinga de su competencia
logrando que la productividad se detone.
"La tecnología en sí no ofrece soluciones,
sólo promesas y es tarea de nosotros hacerlas realidad".
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