"¿Innovar o Improvisar?
por M. González
La industria de TIC se continúa desarrollando vertiginosamente. Nuevas tecnologías aparecen todos los días, sin darnos tiempo a veces de prepararnos adecuadamente para introducir en nuestra empresa aquellas que nos convienen.
Para complicar más las cosas, los usuarios finales han descubierto que pueden usar tecnologías no aprobadas por la Dirección de TIC para hacer su trabajo ¡y las usan!
Ante esta carrera sin fin, debemos tener cuidado de no confundir “Innovación Tecnológica” con “improvisación”.
Según el diccionario “improvisar” significa “hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”, y ¡eso es muchas veces lo que hacemos cuando introducimos nuevas tecnologías! No debería entonces sorprendernos la enorme cantidad de proyectos informáticos que fracasan.
Peor aún es cuando la improvisación se vuelve una costumbre dentro de la cultura informática de la empresa y se convierte en un vicio. Por ejemplo: darle al personal herramientas informáticas deficientes y confiar en que “de alguna manera” tendrán que hacer su trabajo, pretender cubrir con horas hombre la falta de tecnologías para ejecutar procesos que se pueden automatizar, o fijarse sólo en el precio y no en la efectividad de las herramientas a la hora de adquirirlas.
Estos vicios llegan a ser tan fuertes que pueden incluso hacer que para el usuario común la tecnología se vuelva un “estorbo para hacer el trabajo”.
El entorno social también puede inadvertidamente impulsar una “Cultura de la Improvisación” en la empresa. Cuando en el entorno familiar las carencias económicas propician la improvisación es muy difícil abandonar esa forma de pensar en el trabajo.
Desgraciadamente la cultura de la improvisación tampoco ayuda a disponer de un mayor presupuesto de TIC porque, “¿para qué gastar en algo que nuestros ingenieros o usuarios podrían resolver (improvisando) si no fueran tan flojos?”. Y si además existe el precedente de que los gastos en TIC se han manejado en forma corrupta en ocasiones anteriores (la cultura del ilícito o del derroche), podemos imaginarnos lo difícil que será salir de este círculo vicioso y convencer a la Alta Dirección de liberar los recursos adecuados para apoyar tecnológicamente a la empresa.
Es por razones como estas que debemos abandonar el valor exagerado que a veces le damos a la improvisación en nuestro trabajo con las TIC.
Pero, ¿cómo reconocer la improvisación cuando se presente? Y aún más, ¿cómo seguir posibilitando la innovación sin asfixiarla bajo formatos, autorizaciones, planes y juntas?
Para empezar, la improvisación se reconoce porque no es repetible. En sí misma no es mala cuando sus alcances son limitados, pero puede ser terrible si afecta a una gran población de usuarios.
Por ejemplo: el truco que usaste para sincronizar tu correo del servidor con tu laptop al mismo tiempo que con tu celular es improvisación, porque cada usuario tendrá un teléfono con sistema operativo (y versión) diferente y la forma de configurarlo será distinta en cada caso. El error sería pretender que en el Departamento de TIC siempre podremos desarrollar trucos similares en el 100% de los casos cuando se presente un usuario con esa necesidad, y por lo tanto no prepararnos.
Siguiendo con el ejemplo, si una funcionalidad así fuera algo deseable para la empresa, deberíamos entonces reconocerlo, incorporar esa tecnología a nuestra visión tecnológica, desarrollar una estrategia para probar y validar métodos de configuración así como definir tipos de teléfonos que serán soportados, documentar los procesos de configuración, capacitar usuarios “predicadores” y capacitar a la mesa de ayuda (Helpdesk) para resolver problemas en las plataformas soportadas. En suma: ¡ser metódicos!
¿Suena laborioso? Lo es. Definitivamente es mas fácil ser improvisados.
En el ejemplo mencionado, podría incluso ser necesario comprar algunos equipos “prototipo” para probar todos los procedimientos en una “maqueta de laboratorio”, lo cual podría ser visto como un derroche por la Alta Dirección si no hubiéramos hecho un buen trabajo de incorporar esta capacidad tecnológica dentro de la visión tecnológica de la empresa (alineación estratégica).
La diferencia entre la improvisación y la innovación tecnológica es que esta última debe ser repetible, optimizable y al poder ofrecer resultados medibles debe poder incorporarse a la visión tecnológica de la empresa.
Ahora bien, ¿cómo se nos ocurrió en primer lugar experimentar con esa funcionalidad que después se convertiría en innovación tecnológica? Hay muchas explicaciones posibles, y tal vez todo fue resultado de un usuario que ¡improvisó! (Serendipity).
La improvisación entonces tiene su lugar, pero no debe ser la forma primordial de hacer las cosas. Sus alcances deben ser limitados y debemos ser capaces de reconocer las ideas buenas, provengan de donde provengan, pero dándole al personal las herramientas de TIC correctas y adecuadas para realizar su trabajo.
La improvisación puede ser la chispa que prenda la mecha de la innovación tecnológica, no hay que detenerla, pero tampoco hay que darle un valor exagerado en nuestra organización.
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